martes, 14 de octubre de 2008

ODIO A LA DIAN (Direccion de Impuestos y Aduanas Nacionales)



Si dijera que me gustaría poner la Bomba Atómica en el edificio de la DIAN, me metería en muchos líos: me acusarían de terrorista y el Ejército Nacional o el FBI rastrearían mi IP y me meterían preso; bueno, en el caso de El Ejército Nacional de Colombia, simplemente me desaparecerían, así que no lo diré, pero como odio a la DIAN (Dirección de Impuestos Nacionales de Colombia)….


El cartero llama dos veces

Bien saben los pocos amigos que conocen mi verdadera identidad que desde siempre he intentado ganarme la vida de forma honrada; si hubiera intentado el camino deshonesto seguramente me hubiera ido mejor, acá en el país del sagrado corazón el crimen paga, hasta un narco puede llegar a ser presidente.

Una fatídica noche, después de haber llegado cansado de moler todo el día, me recibieron en portería con una carta de la DIAN. Al comienzo pensé... Debe ser un error o una invitación a un evento... ¿Qué tiene que ver la DIAN conmigo? Si yo soy un colombiano muy pobre y jodido.

Al leer la carta vi con sorpresa que me citaban porque, según ellos, yo era millonario, según ellos, me había ganado el año pasado más de 50 millones de pesos, por lo tanto tenía que declarar impuestos y si no lo hacía con rapidez, ellos tomarían las medidas legales del caso. 50 millones. ¡Vaya! ¡Qué tonto fui! ¿Si tenía 50 millones en el banco, por qué me tocó pararme a trabajar todos los días, incluso sábados y algunos domingos? ¿Por qué me tocó aguantarme todos los días los malolientes, atestados, llenos de colombianos y ladrones, buses de la ciudad? ¿Por qué no me compré un carro? ¿Por qué no almorcé todos los días en restaurantes lujosos si no corrientazo? ¿Por qué no pude ir al cine, ni a divertirme? ¿Por qué no pude comprarme buenos zapatos ni los libros que quería? ¿Por qué en navidad me quedé en casa, bailando solo con la decadente Fiesta de los Hogares Colombianos de Jorge Barón y no fui a viajar a Cartagena o a Miami? ¿Por qué vivo en ésta ratonera donde vivo? ¿Por qué no me compré un apartamento bien grande y lleno de luz?

Como lo notarán los más perspicaces, estoy siendo sarcástico: nunca gané 50 millones de pesos, el año pasado gané mucho pero mucho menos que eso.

Al otro día no fui a trabajar. Me levanté muy temprano y con toda clase de extractos bancarios y facturas me fui al Edificio de la DIAN, a demostrarles su error, con energía. Esperaba poco menos que una disculpa.


El fisco siempre tiene la razón

Para ser atendido en la DIAN hay que tener paciencia, mucha paciencia, porque los turnos son imposibles: así se llegue temprano, ya hay 300 personas antes que uno, seguramente los que llegaron a hacer cola a las 5 o a las 6 de la madrugada. Todo es caos y desinformación, usuarios desesperados y funcionarios infames.

Después de esperar varias horas y cuando el hambre y el calor del medio día ya acosaban (no hay buena ventilación en el edificio de la DIAN pese a las montoneras de gente), fui atendido por una funcionaria de la DIAN. La mujer, la bruja, me atendió muy mal. Tenía un aspecto reseco y amargado aunque era joven. Me trató como un criminal, como un evasor de impuestos, no revisó todos los papeles que yo llevaba, a cambio me mostró todos sus papeles: eran las facturas y cartas de todas las empresas para las que había trabajado el año pasado.

En ese momento, por la adrenalina que me produjo la acalorada discusión con ésta mujer, no me di cuenta que todos las empresas que aparecían en los papeles de la funcionaria, habían dejado de ofrecerme trabajo éste año, así, de repente, después de más de 5 años de relaciones laborales con ellos. La funcionaria no quiso escuchar mis explicaciones, para ella la verdad era una sola y era suya.

Para terminar la mujer se despidió con una frase lapidaria que no dejaba ninguna opción a la replica: “Acá en la DIAN estamos para joderlos, su trabajo es demostrarnos porque no tenemos que joderlos” y me recomendó que contactara un contador que demostrara el error de ellos, que ver su propio error no era su trabajo.

Salí derrotado del lugar, mi rebeldía se había opacado, como la de todos los colombianos que estábamos ahí, amontonados, suplicando por pagar, aceptando nuestro destino con resignación, como a una enfermedad. Ahí entendí porque la iglesia católica es tan importante para el gobierno, la iglesia nos enseña a los colombianos la virtud de la resignación, de aceptar pasmados los abusos del poder.


En la TV siempre brilla el sol

En el comercial de televisión de la DIAN dicen que con el dinero de los impuestos se hacen puentes y carreteras, se invierte en la educación de los niños, escuelas, en la salud de la gente, hospitales, en seguridad, empleo. La buseta que me llevó a casa se tardó dos horas en dejarme en el paradero, un viaje que tomaría en condiciones normales 30 minutos, pero gracias a los trancones y al pésimo estado de las calles fue imposible cumplir. En ese trayecto de dos horas se subieron a la buseta 5 personas a pedir limosna o a vender dulces, dos eran niños. Por la ventana de la buseta, afuera, vi dos raponazos, en uno de ellos le había arrancado los aretes a una anciana, estaba sangrando por sus orejas, en ese momento pensé: Ojala que esa mujer tenga seguro médico, si va a cualquier hospital de la ciudad sin dinero y sin seguro, seguro la dejan morir desangrada a la entrada del recinto médico.

Me recomendaron un contador bueno y que cobraba barato, al otro día no fui a trabajar para visitarlo a su oficina, con todos mis papeles y facturas. A vuelo de pájaro el hombre me dijo que efectivamente parecía un error de cálculo de la DIAN, pero que para hacer algo necesitaba los comprobantes de pagos y retenciones de las empresas para las que había trabajado el año pasado. El hombre también me contó que el límite de ganancias anuales, por las que una persona debía pagar impuestos en el país, había bajado dramáticamente en los últimos 8 años: hace un par de años los que ganaban más de 80 millones eran los que tenían que pagar impuestos, esa cifra se redujo a 60 millones, después a 40 millones y este año va en 27 millones, todo el que gane más de 27 millones al año, tiene que pagar impuestos. Y nadie dijo nada.

Esa tarde fui a todas las empresas con las que había trabajado y les solicité los certificados. Me los entregarían la otra semana. Fue una buena oportunidad para preguntarle a mis contactos de esas empresas porque no me habían vuelto a llamar. La gran mayoría me dijo que la visita de la DIAN no les había caído en gracia y que las empresas eran muy sensibles a trabajar con evasores de impuestos como yo.


La voz de la experiencia

Días después volví donde el contador, con todos los certificados de las empresas. El hizo su trabajo y en efecto descubrió que había un groso error de la DIAN: habían contabilizado doble vez muchos de los pagos y no habían restado muchas de las retenciones en la fuente que ya me habían quitado en el momento de los pagos. Me puse feliz, por fin un triunfo entre tanta mierda, pero el buen contador rápidamente me bajó los humos: A estas alturas del paseo, y ya con un proceso jurídico encima, para revertir el concepto de la DIAN tenía que recurrir a una auditoria, a más contadores y abogados, a más pérdida de tiempo que a la larga me saldría más caro que pagar el impuesto y la multa que me exigía la DIAN. Hijos de puta, me habían dejado sin trabajo y ahora tenía que pagarles por haberme dejado sin trabajo.

Pagué amigos, pero con la convicción de que mi dinero no irá a parar a la construcción de puentes y carreteras, hospitales, ni para sacar a los niños hambrientos de las calles, ni para el mejoramiento de la seguridad de este paisucho, si no a los bolsillos del político y burócrata de turno. Con lo que pagué seguramente los poderosos pagarán un almuerzo en un lujoso restaurante del norte al que personas como yo no se les permitiría entrar, o se lo darán a sus hijos, para que pasen una alocada noche de rumba en el parque de la 93.

Amigos, no hagan como yo, no paguen sus impuestos, ese dinero no va para nada bueno, y si la DIAN los molesta por no pagar, díganles que el tío Grady les dijo que no lo hicieran, que hablen conmigo. O evadan, la evasión de impuestos es bien vista por Dios.

* * *

Psdt. Mi gran amigo Iron Mal me advirtió que mi mensaje podría confundirse con un discurso de Izquierda, nada más alejado de la realidad, que le den por el culo a Alfonso Cano y a todos los guerrilleros, para mí son la misma plaga que los paramilitares, que el ejército, que la policía, que Uribe, que el maricon del cardenal Rubiano, todos se han cagado y se seguirán cagando a éste seudo país. ¡Que les den por el culo a todos¡

Delbert Grady.